top of page

EDWARD BLOOM

 

 

¿Quién no ha soñado con un hombre como Edward Bloom? La respuesta es fácil: todos. Mujeres, hombres, niños, ciudades que necesitan ser salvadas, lirios que desean ser cortados, gigantes que necesitan ser contados y zapatos que necesitan ser colgados.

 

Es por esto que es inevitable no hablar de Edward Bloom como uno de los personajes del cine más honestos, caballerosos y creativos que existen.

 

Pensar que alguien ve a una persona por primera vez y sabe con toda certeza que quiere casarse con ella está bien, que todas las semanas haga esfuerzos sobre humanos para conseguir poco a poco un dato más acerca de la chica es de admirar; pero lo importante aquí no es sólo qué se cuenta, sino cómo se cuenta. En este caso se agradece mucho que el narrador sea el propio Edward Bloom de anciano al rememorar todas sus fantásticas historias.

 

“Dicen que cuando conoces al amor de tu vida el tiempo se detiene, y es verdad, lo que no te dicen es que cuando se pone en marcha lo hace aun más rápidamente para recuperar lo perdido.” Si Edward Bloom nos cuenta esto mientras aparta palomitas petrificadas en el aire a nosotros nos enamora en el momento.

 

Es increíble pensar en la ambición que tiene este personaje y la capacidad de trasmitírsela a los demás. La cita que le dice al gigante Carl: “¿Has pensado que quizás no es que seas demasiado grande, sino que este pueblo es demasiado pequeño?” es un ejemplo de los muchos que existen en toda la película de esta enfermedad contagiosa que es la EdwardBloomitis. Enfermedad de la que todos gustosamente querríamos contagiarnos.

bottom of page