PRÓLOGO DE "ANTICRISTO"
- María Vaquero
- Nov 3, 2014
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Lars Von Trier no es un hombre normal que hace cosas normales y eso nos encanta. El Prólogo de Anticristo es una pieza a analizar de manera independiente a la película completa, ya que es algo con principio, final y genialidad en todos sus poros audiovisuales.
El blanco y negro está muy visto. La cámara lenta puede resultar amarillista, técnicamente hablando. El acompañamiento musical de 'Lascia ch'io Pianga' de la Opera Rinaldo es conocido por todos. Pero, ¿Qué esconde realmente Von Trier tras unos elementos técnicos tán fáciles? La genialidad. La doble vía argumental (paralela) en la que unos padres están haciendo el amor en la ducha (por lo que parece, como nunca antes); y un bebé desatendido que termina cayendo al vacío desde la ventana de su habitación.
Puede resultar enfermizo que el clímax orgásmico de la pareja coincida con la caída del bebé. Pero puede resultar aún más enfermizo lo que este prólogo esconde.
Al analizarlo detalladamente llegamos a una conclusión enfermiza. Charlotte Gainsbourg es una madre que sabe perfectamente lo que está pasando.
Un walkie para bebés silenciado a propósito, los zapatos del bebé colocados al revés dando a entender que el niño los ha llevado así, la ventana de la habitación del niño abierta de par en par en una fría y nevada noche de invierno, la entrada de la cuna cerrada sin pestillo, la cara de de satisfacción de la madre cuando todo ha acabado (el sexo y el suicidio inconsciente).
Así son los personajes de Von Trier: complejos, dañinos, extraños. Es díficil pensar que algo tan retorcido pueda llegar a ser tan sumamente bello. Este es el comienzo de una película que no tendrá nada que ver con esto. Es una división en dos partes, siendo la primera de ellas digna de mencionar.
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