EL TACTO DE GODARD, crítica de "Adiós al lenguaje", de Jean Luc Godard. Película proyectad

Godard siempre ha sido visto, leído, comprendido e incomprendido; pero, al fin, ha podido ser tocado. Ha sido suave y áspero a la vez, una caricia lenta y fugaz; nos hemos dado la mano en una cita cuanto menos creativa. Aunque no ha sido la única presentación formal entre mundo diegético y extra diegético: Adiós al lenguaje (2014) ofrece imágenes y personajes que han obtenido un concepto sobre nosotros, nos han conocido y nos han contado su historia voluntariamente, en un cara a cara casi holográfico.

El maestro de la Novelle Vague habla, esta vez, sin palabras; ya se encargan las imágenes, con su poesía, de crear una composición, que aunque sin rima ni métrica, tiene un ritmo creador de emociones. Una pareja clandestina, una naturaleza extrovertida y un perro vagando, de plano a plano, son los principales protagonistas del poema. Godard nos permite sentir el agua en nuestras manos, el otoño en nuestros rostros y el cielo sobre las butacas. Es así como el cine deja de serlo para convertirse en el mundo en el que este director quiere introducirnos, un mundo que se encuentra entre la esencia y la metáfora. "La experiencia interior está prohibida para la sociedad en general", afirma uno de los protagonistas del film; no ocurre esto cuando la sociedad se pone unas gafas estereoscópicas para ver a un Godard aún más creador, si cabe. Cuando el emisor de esta frase casi roza su cuerpo con el nuestro y sus palabras van cayendo desde su boca como dientes de león, sabemos que esta verdad no es absoluta.

La innovación que existe en esta película, rodada en 3 Dimensiones, significa la renovación de un lenguaje ya antes renovado por el director francés. Un lenguaje en el que las referencias literarias están muy latentes, el sonido se conforma de relámpagos que van y vienen y la interrogación pretende cuestionarse el mundo. Un lenguaje que precisa de un público activo que ayude a construir el rompecabezas, formando así un cine reflexivo que nos muestra una nueva forma de ver y de contar la realidad. "Las películas son un mundo de fragmentos", afirma Jean Luc Godard, siendo Adiós al lenguaje pequeños respiros de aire fresco en una tormenta de humo. El caos siempre ha existido en el cine de Gordard, solo hay que recordar aquella escena de Pierrot el loco en la que el tiempo es alterado, pero ese caos siempre está ordenado de una manera fascinante.

Adiós al lenguaje no es una despedida, es un viaje que deja atrás el clasicismo en el cine y nos lleva hacia una realidad por descifrar. Godard nos está dando pistas, siempre lo ha hecho a lo largo de su carrera; pero esta vez ha ido más allá y, dejando a un lado formalismos, se ha desnudado ante nosotros en una película alojada ahora en nuestras entrañas. Todavía tenemos el eco de su piel en nuestras manos. Hemos tocado a Godard.