NO TODOS SOMOS PERSONAS DE TÉ, Crítica de la película "Tusk", de Kevin Smith
- María Vaquero
- Feb 9, 2015
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Aunque Kevin Smith siga nombrando la obra de George Lucas en alguna conversación o recurriendo al hockey en alguna otra, la onceava película de este director estadounidense está lejos de parecerse a las diez anteriores. Tusk (2014) retrata lo enfermizo que puede llegar a ser un personaje, una situación y un director (sin saber si esta afirmación es positiva o negativa para esta descabellada película).
El podcaster Wallace Bryton viaja a Canadá en busca de historias raras y extrañas que contar en su programa. Como si de una típica película de terror (de esas que no dan miedo) se tratase, Wallace acaba en la mansión de un aventurado hombre que promete nutrirle de historias interesantes. «Todos somos personas de té», dice Howard Howe (o el hombre de las historias) minutos antes de que Wallace caiga desplomado al suelo tras beber de la taza que Howe le había proporcionado. Es a partir de este momento cuando minuto tras minuto sentimos verdadero miedo. La película no tiene espíritus ni asesinos con los que no nos queremos cruzar por la calle de madrugada; pero tiene una mente, una traumatizada mente que ha sido capaz de olvidar todo lo que ha aprendido en su vida para aprender a crear una (para él y para sus víctimas) que pocas personas podrían entender.

¿Es esta la mente de Howard Howe? Por supuesto que no, él sólo es la marioneta del titiritero Kevin Smith, quien realmente consigue crear una historia cargada de momentos escabrosos en lo que aparenta ser una comedia de terror. Pero de comedia poco, porque Tusk posee una subcapa de terror psicológico, en la que una morsa provoca de todo, menos ternura. La morsa protagonista o, como Howard prefiere que la llamemos, el Señor Tusk es la invención creada a partir de una mala vida. Por estas razones, Tusk es algo que comienza teniendo pinceladas de El hombre de la tierra (Richard Schenkman, 2007), que pronto son manchadas por desagradables brochazos de El ciempiés humano (Tom Six, 2009).
Lo que podría haber sido una película soportable, anímicamente hablando, se convierte en un producto cinematográfico que puede que consiga los efectos pretendidos por el director, pero que en los espectadores deja un dolor de tripa y una cabeza vacía de pensamientos normales. El momento en el que Wallace deja de ser Wallace a vista de todos y en primer plano puede que sea el momento más incómodo y, a la vez, inesperado de toda la película. Verdaderamente sufrimos con este ser de ahora cuatro patas que no puede ni podrá volver a ser un podcaster sin sentimientos, sino una morsa con más sentimientos de los que hubiera soñado.
No todos somos de té, señor Howe. No todos podemos ni queremos aguantar estos desafíos al cuerpo y a la mente. No todos queremos descubrir el terror de esta manera. Tusk supone una reformulación en el cine de Kevin Smith, pero mucho tiene que envidiar a su gran hito cinematográfico Clerks y ese supermercado cargado de personajes y conversaciones sin referencia a hombres-morsa. Con eso es suficiente.

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